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Angustia nacional de pobres y ricos

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En mis recorridos frecuentes por los barrios de la capital y pueblos del interior; en mis charlas informales con personas en las calles y oficinas; con profesionales, artesanos, empleados públicos, académicos universitarios, políticos de gobierno y de oposición, comerciantes, productores agrícolas y desempleados, veo una sola pregunta: ¿Qué vamos a hacer? Y yo, solo les puedo responder: ‘Con calma, esperemos que las aguas vuelvan a sus cauces'. Una respuesta que pretende colocarles un poco de ungüento a esa profunda herida que se hunde cada día más en el alma de los panameños de la capital y del interior.

El alto costo de la vida y en especial el de la comida, que sube por los elevadores de la especulación
 

Algunos economistas tratan de disimular la situación barajando números y estadísticas, pero no pueden ocultar el deterioro nacional y popular. Sin embargo, siguen diciendo que somos el país que más crece en América Latina. El desempleo ha bajado. La pobreza se ha reducido. La canasta básica ha tenido un bajón. La inversión sigue aumentando. Los depósitos bancarios no han disminuido… y por ahí vamos.

Pero la realidad dice otra cosa:

1-. El Ministerio Publico no logra encauzar a los ladrones de cuello y corbata que casi se roban a la República, con el ingrediente frustrante de la ‘casa por cárcel' y los 18 mil encarcelados, hijos del pueblo que siguen torturados en vida.

2-. El alto costo de la vida y en especial el de la comida, que sube por los elevadores de la especulación, sin que nadie frene el abuso.

3-. Los extranjeros legales e ilegales llegados al país, sin planificación, ni controles, en abierta competencia desleal con los panameños.

4-. Las denuncias diarias, sin acabar, del agua, los tranques, la inseguridad, el desempleo, las medicinas, la educación, de jubilados y un largo etcétera.

5-. La quiebra de los partidos políticos sin discurso, sin promesas válidas, sin programas de Gobierno y una sociedad civil sin músculo y sin proyecto social, convierten la vida nacional en una permanente angustia de ricos y pobres.

¿Quién hará posible un nuevo sueño nacional para la república y para los panameños?

¿La juventud o los abuelos convertidos en jóvenes?

*Exembajador de Panamá en Brasil y Nicaragua


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