HISTORIAS
-¡Ohh, survivor, survivor!- gritó uno de los tripulantes de una barco filipino al divisar un hombre sentado en una tabla de surf flotando en las aguas del Océano Pacífico.
El náufrago estaba solo y su rostro reflejaba cansancio. Inmediatamente, los tripulantes de la embarcación lo rescataron, lo subieron y le dieron comida y agua.
Pesadilla
Lo que los extranjeros desconocían es que el fotógrafo Félix Antonio Marín, de 49 años, había estado 26 horas perdido en el mar, solo y a merced de las olas.
La pesadilla de Félix, fotógrafo de profesión desde hace 15 años, comenzó a la 1:00 de la tardela tarde del pasado 3 de noviembre, cuando decidió salir a surfear.
La noche anterior, cuando llegó a la casa de una amiga en compañía de su esposa Magda González, había llovido. El tres hizo un día bonito y Félix pensó practicar el surf. Tomó su tabla de 12 pies de largo x 33 pulgadas de ancho y salió al mar, en Las Mellizas, en Puerto Armuelles, Chiriquí.
No tomó precaución
Félix tomaba todas las precauciones del tiempo y del mar cada vez que practicaba ese deporte. Ese día se confió demasiado.
-Cuando llegué a Las Mellizas, vi tan bonito el día y el cielo tan azul, que se me nublaron los pensamientos y se me fue la experiencia de 10 años- recuerda Félix.
Poco a poco se fue alejando del muelle y cuando se dio cuenta la brisa y la corriente lo habían arrastrado más allá de las costas. Intentó regresar remando, pero ya era demasiado tarde, estaba lejos.
-No quise nadar, porque me sentía muy seguro en la tabla, no se voltea y remé tratando de salir a algún lado, pero la brisa era muy fuerte y me llevó mar adentro- narra el sobreviviente, padre de tres hijos.
Acalambrado
El atardecer lo sorprendió remando y de pronto vio una aleta que sobresalía del agua a unos 3 metros de la tabla. Félix pensó que se trataba de un tiburón, para su alivio resultó ser un pez espada.
37 millas de la costa fue encontrado el hombre flotando en una tabla de sup.
Cerca de las 10:00 de la noche de tanto remar y sin encontrar ninguna salida, los brazos de Félix se acalambraron. Estaba adolorido y cansado. Se sentó a pensar en su familia, que estarían desesperados y si saldría vivo de esa odisea. Vio que las olas eran grandes como una casa y comió lo que llevaba en un pequeño cooler: una lata de tuna, fruta, agua y pescado crudo. Luego lo dominó el cansancio y se acostó a dormir.
Se despertó a golpe de las 5:30 de la mañana, cuando el sol se asomaba en el horizonte. Aún los músculos de todo su cuerpo le dolían.
-¡Mamá, no me dejes morir, ayúdame !- balbuceó en medio de su desesperación. Se arrodilló, se puso a rezar y lloró como un niño.
Un milagro
Sus ruegos fueron escuchados. Cerca de las 8:00 de la mañana, Félix vio un barco mercante a lo lejos. A pesar de que sus brazos le dolían cogió fuerza y comenzó a remar como loco para alcanzarlo. A eso de las 12:00 del día consiguió acercarse a la nave filipina de nombre Aqualiberty Monrovia. Estando a unos 100 metros, uno de los tripulantes gritó:
-!Survivor, survivor!
A las 2 de la tarde una aeronave del Servicio Nacional Aeronaval (Senan) verificó que estaba bien y a las 3:30 llegó al barco pesquero una lancha del Senan y lo llevó a Puerto Armuelles, sano y salvo. Luego se enteraría que estaba a 37 millas de la costa, al sur de las islas Paridas, en el Pacífico.
-Creo que mi mamá me quería llevar, porque precisamente el 3 era su cumpleaños y ella está muerta- dijo Félix recordando esas 26 horas de angustia en el mar.
-Dios me dio otra oportunidad de vivir. Ahora la vida la veo diferente. No sabía que la gente me quería tanto, porque cuando me ven en la calle me dicen que rezaron por mi- dice.
Félix confiesa que aunque ama el mar y el surf, ya no está pensando en salir a surfear.
- Gracias a Dios que ese día no llovió, sino otro hubiera sido mi destino, pero fue una bendición de Dios-